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martes, 22 de noviembre de 2011














CAPITULO 3:
Abrí los ojos y vi a un hombre de sobre unos 30 y pocos años, moreno, ojos caramelo y alto, de pie delante de mí. 
-¡Venga dormilón, despierta! Que es hora de la cena, y como no bajes, luego no te dejan comer.
-Pero… ¿Tu quien eres? Y ¿Qué haces aquí? 
- ¡Es verdad no me he presentado!- Dijo gritando. – Soy Martín y soy tu compañero de habitación. Y tú debes de ser Rubén, ese futbolista tan famoso y ¿Qué haces tú aquí? 
- Pues creo que lo mismo que tu.
- Jajajaja – se empezó a reír Martín ¿Por lo mismo que yo? No creo… ¡Venga vamos! que nos quedamos sin cenar y hoy hay mi comida favorita, hamburguesas. –Corto la conversación. 
Íbamos andando por el pasillo, todo el mundo me miraba… ¿Es que nunca habían visto a una persona entrar nueva al centro o era porque nunca había entrado un famoso a ese centro? La verdad, eso no me importaba, yo ya tenía un propósito en ese sitio y lo iba a cumplir si la gente me mirara o como si me ignorara.Llegamos al comedor estaba lleno de gente comiéndose sus hamburguesas. 
Me llevo hasta una mesa en las que había 3 hombres más sentados que saludaron a Martín desde lejos.      

-¡Eh que pasa! ¿Por qué has tardado tanto?- dijo el que parecía ser el cabecilla de todos los que estaban sentados en esa mesa.
- Tenía que despertar a este dormilón de aquí- Dijo Martín
- Pero bueno. Que tenemos aquí, si es el jugador de fútbol del que todos hablan. ¿Rubén, no? Yo soy Javier y estos son Pablo e  Iker.
-Encantado- Dije
-Igualmente. - Dijeron los dos.
- ¿Y qué haces tu aquí?. - Preguntó Pablo.                                                                                                                                 
- Pues… Un problemilla con la droga ¿Y vosotros?    
-Yo por el alcohol. –Dijo Iker                                                                                                                                                              
-yo por el alcohol y drogas. - Dijo Pablo
- Yo por lo mismo que ellos.-Dijo Javier. 
-¿Y tu  Martín? –Pregunté                                                                                                                     
-Cosas chico, cosas…-Dijo Martín -¡Venga a comer!- Interrumpió Pablo.                                                                 

Seguimos comiéndonos las hamburguesas, pero a mi todavía me intrigaba él porque  estaba ingresado Martin y el porqué no me lo quería decir, Suponía que era porque no teníamos la confianza suficiente y el no era de esos que iban contando sus cosas a la gente.
Terminamos de cenar y nos dispusimos a salir. Pero al llegar a la puerta algo me hizo parar en seco. 



Contunuará...

Nazaret Almansa López

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martes, 8 de noviembre de 2011














CAPITULO 2:
Subí en silencio las escaleras, no daba crédito a todo lo que me había pasado, tal vez mi padre tuviera razón en todo lo que me dijo, solo que él no entendía todo lo que me estaba pasando y que las drogas era la única manera de sentirme bien, pero eso no es lo que importa ahora. Hice las maletas lo más rápido que pude, quería salir de mi casa huyendo lo antes posible, no quería hacerle más daño del que ya había hecho a mi familia asique cogí un par de pantalones y unas camisetas, las metí en la maleta con una foto de toda la familia, mis 2 libros favoritos y la cerré.
Bajé las escaleras con cuidado de no caerme y ahí estaba mis hermanas con un dibujo en sus manos.
-Esto es para ti hermanito.- dijeron con una voz gangosa. – Esperamos que vuelvas pronto, te echaremos de menos.
-Una lagrima cayo de mis ojos, ¿Quién dice que los hombres no lloran?- pensé en mi interior.- Volveré antes de lo que pensáis.- me salió una sonrisa.
Afuera esta mi madre con nuestro coche esperándome para llevarme al lugar donde todos esperábamos que yo cambiara. Salí por la puerta y me dirigí a abrir la puerta del coche. Mi padre no salió a despedirme, pero lo comprendía, por lo tanto no dije nada, me senté en el asiento del copiloto y cerré la puerta dejando atrás el pasado doloroso y encaminarme a intentar salvar lo que me quedaba.
Por el camino sonaba mi canción favorita y mientras nos acercábamos a la que iba a ser mi casa durante un tiempo mi madre apagó la radio.
-Como no cambies te mato.
-Lo intentaré… no prometo nada, solo diré que me esforzaré más que nada en mi vida, quiero cambiar lo prometo, pero sé que va a ser duro.
-pues si para ti va a ser duro, imagínate para nosotros… ¿Cuándo me vas a contar lo que te paso hijo? Creo que va siendo hora… te ayudé, es más te estoy ayudando ahora mismo, debes confiar en nosotros…
-Ya hemos llegado mamá.- Le corte la conversación en ese mismo instante. No tenía ganas de hablar del tema, es más prefiero no hablar de ello.- Es bonito el lugar ¿verdad?
-Sí hijo sí, recuerda siempre que cuando vayas a recaer tienes alguien por quien luchar y hacer lo contrario ¿vale?
-Mamá no recaeré, paso de esa mierda que nos ha hecho tanto daño, además no creo que aquí vaya a haber de eso es un centro de desintoxicación no un centro donde comprar coca.
-Eso espero cariño. Venga salgamos del coche ¿no?
Salí del coche y allí estaba mi nuevo hogar. Tenía un gran letrero donde ponía el nombre: “CENTRO DE REHABILITACIÓN EL CENTENILLO”. La fachada era un azul turquesa y había varios pisos, balcones con macetas colgando y varios grupos de personas jugando a los dados en mesas que estaban perfectamente situadas en un espacioso patio-jardín
Una simpática enfermera, de unos 23 años vino a recibirnos.
-Hola me llamo Marta, acompáñenme.
-Hola.- Dijimos mi madre y yo.
-Mucho gusto de conoceros, seguidme por favor.
Llegamos a un espacioso pasillo donde había varios sillones y la recepción estaba en un hueco del pasillo.
-Bienvenidos a El Centenillo, espérense ahí sentados, enseguida se le dará las llaves de su habitación.
En ese instante llegó marta.
-Señora usted ya puede retirase, aquí nos ocuparemos muy bien de él.
-Eso espero. Mi niño que sepas que te quiero mucho y que espero verte pronto y perfectamente.
-Te quiero mamá.
-Aquí tiene las llaves, acompáñeme.
Llegue a la habitación, la puerta era un colore beige y tenía un letrero grande con el numero 27 en negro, el número que había llevado siempre en mi dorsal de la equipación de mi equipo. Entré, la habitación estaba muy limpia, con un baño al final de un largo y estrecho pasillo, la habitación estaba justo en frente, había dos camas en ella .Lo más probable era que compartiera habitación, pero eso no importaba, había un ancho ventanal con una terraza muy espaciosa y en el salón había dos sofás y una tele pequeña. Eché un vistazo por la terraza. Entre a la habitación y me dormí…                   


Continuará...
Nazaret ALmansa

martes, 1 de noviembre de 2011














CAPITULO 1:

Cuando crees que tu vida ya no tiene ningún sentido, que la montaña rusa de tu vida es ya solo cuesta abajo, un momento determinado de todos los momentos que te quedaban por vivir, puede cambiarte la vida en un microsegundo.
Mi nombre es Rubén y soy un futbolista de uno de los mejores clubes que han ido a pique, debido a ello mi vida cambio, yo era sano, un buen jugador, guapo, vamos, él típico famoso del cual todas las chicas morirían por pasar una noche con él y debido a la quiebra me metí en el mundo de las fiestas, drogas…etc. Hasta que todo ello ha ido a peor, ahora soy un drogadicto el cual ningún club lo quiere tener en su equipo ya que mi vida es solo fiestas y más fiestas. Pero cuando estaba a punto de saltar por el puente y dejar esta mierda vida alguien apareció.
-No lo hagas.
-¿por qué? Ya lo he perdido todo.
-No hijo, todo no, nos tienes a nosotros y lo sabes…
-Entonces ¿por qué me echasteis de casa? ¿Por qué no me ayudasteis en vez de criticar mis acciones, lo que hacía o dejaba de hacer?
-Porque al principio todos estábamos enfadados, no entendíamos el porqué. Tenías dinero, fama, muchos clubes te querían, chicas para poder formar una familia…Y ahora mírate, apunto de suicidarte y darte por vencido así porque así… Este no es el Rubén que yo conozco, el que se deja vencer por un simple bache.
-Yo… -me quedé sin palabras en estos momentos… Era increíble que la persona que había pasado de mi ahora estuviera ahí intentando que no lo hiciera…
-Shh…Te ayudaremos te lo prometo, solo baja de este maldito puente, iremos a casa y hablaremos tranquilamente ¿vale?
-No, quiero que me ayudéis de verdad, llevadme a un centro de desintoxicación allí me ayudarán y así vosotros estaréis más tranquilos.
-Si es lo que tú quieres lo aremos, pero prométeme tú que cambiarás.
-Lo juro.
Me monte en el coche sin decir ni media palabra, en esos momentos no sabía en qué pensar, en que iba a hacer con mi vida ahora, ya que tenía un único plan de futuro, suicidarme, pero ahora ya no era ese, intentaría ir al centro y cambiar de vida, no solo como persona sino profesionalmente, quería volver a ser el jugador de futbol que era… Esa era mi meta.
Cuando llegue a casa mis hermanitas estaban llorando y se abalanzaron sobre mí.
-¡No hagas eso más hermanito!
-Tranquilas, que no lo volveré a hacer más. Ahora vais a estar una temporada más sin mi ¿vale? Pero dentro de un tiempo vendré y os llevare de vacaciones a donde queráis ir ¿de acuerdo?
-Vale.- se quedaron las dos calmadas, pero no muy contentas de mi decisión de irme, pero era lo mejor para ellas y para mí.
Me senté en el sofá, mi padre estaba allí muy serio sin dirigirme la mirada, yo intuía que su silencio iba a durar más de lo que en realidad duró.
-Eres un mariconazo.-Dijo con voz seria. – ¿Tú te puedes creer que nos puedes hacer esto y venir aquí de guay como si nada hubiera pasado?, No te mereces el cariño y el apoyo de tu madre y hermanas… eres un sinvergüenza.
-Lo sé y por eso me voy a ir al centro de desintoxicación para dejaros de problemas ya que son lo que más quiero en este mundo…
-¿Por qué lo has hecho? – me corto la explicación. – Tienes lo que quieres y muchas cosas más que ni te mereces y tu solo piensas en fiestas y drogas, yo no te crie para eso… Me das vergüenza ajena.
Mi padre cogió su periódico de encima de la mesa y se fue sin decir palabra más alguna, yo me levanté y me fui directo a hacer mis maletas.

continuará...

Nazaret Almansa

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