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martes, 8 de noviembre de 2011














CAPITULO 2:
Subí en silencio las escaleras, no daba crédito a todo lo que me había pasado, tal vez mi padre tuviera razón en todo lo que me dijo, solo que él no entendía todo lo que me estaba pasando y que las drogas era la única manera de sentirme bien, pero eso no es lo que importa ahora. Hice las maletas lo más rápido que pude, quería salir de mi casa huyendo lo antes posible, no quería hacerle más daño del que ya había hecho a mi familia asique cogí un par de pantalones y unas camisetas, las metí en la maleta con una foto de toda la familia, mis 2 libros favoritos y la cerré.
Bajé las escaleras con cuidado de no caerme y ahí estaba mis hermanas con un dibujo en sus manos.
-Esto es para ti hermanito.- dijeron con una voz gangosa. – Esperamos que vuelvas pronto, te echaremos de menos.
-Una lagrima cayo de mis ojos, ¿Quién dice que los hombres no lloran?- pensé en mi interior.- Volveré antes de lo que pensáis.- me salió una sonrisa.
Afuera esta mi madre con nuestro coche esperándome para llevarme al lugar donde todos esperábamos que yo cambiara. Salí por la puerta y me dirigí a abrir la puerta del coche. Mi padre no salió a despedirme, pero lo comprendía, por lo tanto no dije nada, me senté en el asiento del copiloto y cerré la puerta dejando atrás el pasado doloroso y encaminarme a intentar salvar lo que me quedaba.
Por el camino sonaba mi canción favorita y mientras nos acercábamos a la que iba a ser mi casa durante un tiempo mi madre apagó la radio.
-Como no cambies te mato.
-Lo intentaré… no prometo nada, solo diré que me esforzaré más que nada en mi vida, quiero cambiar lo prometo, pero sé que va a ser duro.
-pues si para ti va a ser duro, imagínate para nosotros… ¿Cuándo me vas a contar lo que te paso hijo? Creo que va siendo hora… te ayudé, es más te estoy ayudando ahora mismo, debes confiar en nosotros…
-Ya hemos llegado mamá.- Le corte la conversación en ese mismo instante. No tenía ganas de hablar del tema, es más prefiero no hablar de ello.- Es bonito el lugar ¿verdad?
-Sí hijo sí, recuerda siempre que cuando vayas a recaer tienes alguien por quien luchar y hacer lo contrario ¿vale?
-Mamá no recaeré, paso de esa mierda que nos ha hecho tanto daño, además no creo que aquí vaya a haber de eso es un centro de desintoxicación no un centro donde comprar coca.
-Eso espero cariño. Venga salgamos del coche ¿no?
Salí del coche y allí estaba mi nuevo hogar. Tenía un gran letrero donde ponía el nombre: “CENTRO DE REHABILITACIÓN EL CENTENILLO”. La fachada era un azul turquesa y había varios pisos, balcones con macetas colgando y varios grupos de personas jugando a los dados en mesas que estaban perfectamente situadas en un espacioso patio-jardín
Una simpática enfermera, de unos 23 años vino a recibirnos.
-Hola me llamo Marta, acompáñenme.
-Hola.- Dijimos mi madre y yo.
-Mucho gusto de conoceros, seguidme por favor.
Llegamos a un espacioso pasillo donde había varios sillones y la recepción estaba en un hueco del pasillo.
-Bienvenidos a El Centenillo, espérense ahí sentados, enseguida se le dará las llaves de su habitación.
En ese instante llegó marta.
-Señora usted ya puede retirase, aquí nos ocuparemos muy bien de él.
-Eso espero. Mi niño que sepas que te quiero mucho y que espero verte pronto y perfectamente.
-Te quiero mamá.
-Aquí tiene las llaves, acompáñeme.
Llegue a la habitación, la puerta era un colore beige y tenía un letrero grande con el numero 27 en negro, el número que había llevado siempre en mi dorsal de la equipación de mi equipo. Entré, la habitación estaba muy limpia, con un baño al final de un largo y estrecho pasillo, la habitación estaba justo en frente, había dos camas en ella .Lo más probable era que compartiera habitación, pero eso no importaba, había un ancho ventanal con una terraza muy espaciosa y en el salón había dos sofás y una tele pequeña. Eché un vistazo por la terraza. Entre a la habitación y me dormí…                   


Continuará...
Nazaret ALmansa

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